"Cada momento publicado en Instagram y Facebook lo convirtió en porno": cómo un hombre traicionó a su amiga usando su imagen con inteligencia artificial

 Retrato de Hannah Grundy

La vida de la profesora australiana Hannah Grundy cambió de la noche a la mañana y todo gracias a la traición de un amigo cercano. [Nikki Short/BBC]

Advertencia: contiene lenguaje ofensivo y descripciones de violencia sexual

Era una cálida noche de febrero cuando un mensaje siniestro apareció en la bandeja de entrada de Hannah Grundy en Sídney (Australia).

"Seguiré enviando correos electrónicos porque creo que esto merece tu atención", escribió el remitente anónimo.

Dentro había un enlace y una advertencia en negrita: "(Esto) contiene material perturbador".

Dudó un momento, temiendo que fuera una estafa.

La realidad era mucho peor. El enlace contenía páginas y páginas de pornografía falsa en la que aparecía Hannah, junto con detalladas fantasías de violación y amenazas violentas.

"Estaba amarrada", recuerda.

"Parecía asustada. Tenía lágrimas en los ojos. Estaba en una jaula", agrega.

Escrito en letras cursis en algunas imágenes estaba el nombre completo de Hannah. Su cuenta de Instagram estaba publicada, al igual que el suburbio en el que vivía. Más tarde se enteraría de que también estaba su número de teléfono.

Ese correo electrónico dio inicio a una saga que Hannah compara con una película. Se convirtió en su propia detective y descubrió una traición repugnante por parte de alguien cercano y construyó un caso que cambió su vida y la legislación australiana.Un hacker creando un deepfake

Los avances tecnológicos están permitiendo a los depredadores y otros criminales crear imágenes sexuales falsas a partir de fotografías reales. [Getty Images]

La página web se llamaba "La destrucción de Hannah", y en la parte superior había una encuesta donde cientos de personas habían votado sobre las formas crueles en que querían abusar de ella.

Debajo había un hilo de más de 600 fotos viles, con la cara de Hannah pegada a ellas. Y entre las imágenes había amenazas escalofriantes.

"Estoy cercando a esta zorra", decía el mensaje principal.

"Quiero esconderme en su casa y esperar hasta que esté sola, agarrarla por detrás y... sentir su lucha", proseguía.

Han pasado tres años ya, pero la maestra de escuela de 35 años no tiene problemas para recordar la "conmoción pura" que la atravesó cuando ella y su pareja, Kris Ventura, de 33 años, abrieron la página.

"Te sientes insegura de inmediato", dice Hannah, con los ojos muy abiertos mientras agarra una taza de té de menta en su sala de estar.

Al hacer clic en el sitio web, Kris también encontró fotos de sus amigas cercanas, junto con imágenes que mostraban al menos a otras 60 mujeres, muchas también de Sídney.Policías de Nueva Gales del Sur

Grundy se quejó de la actitud displicente con la que en un principio la policía australiana trató su caso. [Getty Images]

La pareja rápidamente se dio cuenta de que las imágenes utilizadas para crear los deepfakes provenían de las cuentas privadas de las redes sociales de las mujeres. Y se percataron que el responsable era alguien a quien todas conocían.

Desesperados por averiguar quién era, Hannah y Kris pasaron horas en la mesa de la cocina, identificando a las mujeres, buscando en sus listas de amigos de las redes sociales un vínculo común y construyendo metódicamente un dossier de pruebas.

En cuatro horas, tenían una lista de tres posibles sospechosos.

En ella estaba su amigo de la universidad, Andrew Hayler, a quien descartaron de inmediato. El trío se había conocido mientras trabajaba en un bar del campus y rápidamente formaron amistades profundas.

Y Andy o "el supervisor", como le llamaban, era quien mantenía unido al grupo.

Era considerado y afable, dice Hannah, el tipo de hombre que cuidaba a las mujeres en el bar y se aseguraba de que sus amigas llegaran a casa sanas y salvas después de una noche de fiesta.

Pasaban mucho tiempo juntos, se iban de vacaciones juntos, se querían y confiaban el uno en el otro.

"Yo pensaba en él como un amigo muy cercano", afirma Hannah.

"Estábamos tan seguros de que era una buena persona", prosigue.

Pero pronto redujeron la lista a un solo nombre: el suyo.

Cuando Hannah se despertó a la mañana siguiente y fue a la comisaría, junto a su conmoción y horror había una pizca de optimismo "ingenuo".

"Pensamos que irían a buscarlo esa tarde", dice Kris con una sonrisa irónica.

En cambio, Hannah asegura que la recibieron con desdén.

Recuerda que un agente de policía de Nueva Gales del Sur le preguntó qué le había hecho a Andy. En un momento dado, sugirieron que Hannah simplemente le pidiera que parara.

Más tarde, le señalaron una foto de ella con un pequeño atuendo y le dijeron: "te ves muy guapa con esto".

La policía de Nueva Gales del Sur se negó a hacer comentarios a la BBC sobre el caso de Hannah.

Sin embargo, la mujer asegura que la forma en que se manejó su denuncia la hizo sentir como si estuviera haciendo "un gran escándalo de la nada".

"Y para mí, fue como si me cambiara la vida", dice Hannah.

La fe que aún tenía en que la policía la ayudaría se desvaneció rápidamente.

En medio de los retrasos, recurrió al Comisionado de Seguridad Electrónica de Australia, pero el organismo regulador solo pudo ofrecer ayuda para retirar las imágenes.Retrato de Jess, una de las amigas de Hannah Grundy

Jess fue una de las 60 mujeres adicionales que fueron víctimas de los montajes de Hayler. [Nikki Short/BBC]

Desesperada, la pareja contrató a un abogado y encargó a un forense digital que hiciera avanzar las cosas.

Mientras tanto, para evitar avisar a Andy y para mantenerse a salvo, se replegaron.

"El mundo se hace más pequeño. No hablas con la gente. Realmente no sales", dice Hannah.

En cambio, el vacío se llenó de un miedo intenso y de soledad.

"Ya habíamos tenido que olvidar por completo lo que pensábamos de él para tratar entender por qué había hecho esas cosas, por lo que (la idea de) que realmente intentarar violarme o hacerme daño no parecía tan descabellada", agrega.

La pareja instaló cámaras por toda su casa y configuró un seguimiento de ubicación en los dispositivos de Hannah. Ella comenzó a usar un reloj de salud las 24 horas del día, los 7 días de la semana, para que alguien supiera si su ritmo cardíaco aumentaba o se detenía.

"Dejé de tener las ventanas abiertas porque tenía miedo de que entrara alguien", explica Hannah.

"Dormíamos con un cuchillo en las mesillas de noche de cada uno porque pensábamos: '¿Y si...?'", prosigue.

Kris, que todavía se sentía abandonado por la policía, se había hecho cargo de vigilar el sitio de internet para detectar la más mínima señal de escalada hacia Hannah y cualquiera de sus amigas, a quienes, para proteger la investigación, todavía no le habían dicho nada.

La culpa carcomía a la pareja.

"Teníamos una batalla constante sobre si era correcto no decirles nada", rememora Hannah.

En un momento dado, cuando les dijeron que la investigación había sido suspendida, Hannah y Kris desembolsaron aún más dinero para un informe forense detallado y amenazaron con presentar una denuncia formal en el organismo de control policial.

En total, gastaron más de 20.000 dólares australianos (US$ 12.400) tratando de protegerse y detener a Andy.

Finalmente, se les asignó un nuevo detective y en dos semanas la policía estaba haciendo una redada en la casa de Andy, quien lo admitió todo.Hannah y Jess se abrazan tras conocer la condena a su agresor.

Hannah y Jess estuvieron en el juicio contra su agresor y celebraron su inédita condena. [Ethan Rix/ABC News]

Llena de alivio, y luego de temor, Hannah comenzó a llamar a sus amigas para darles la noticia.

"Se me cayó el estómago", dice Jessica Stuart, recordando el momento en que se enteró de lo que Andy había hecho con sus fotos.

"Me sentí realmente violada, pero... no creo que lo comprendiera del todo", admite.

Para ella, una vez más, el golpe bajo fue que un amigo al que amaba como "familia" estaba detrás del crimen. Andy siempre había parecido "tan modesto" y "realmente considerado", alguien a quien había llamado parabuscar ayuda en momentos difíciles.

"Ha sido realmente difícil aceptar que esas dos personalidades son en realidad la misma persona", remata.

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