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Jeremías Gamboa y el estigma de no "parecer peruano": "El principio del mundo", una novela monumental sobre raíces, racismo y reconciliación

 




Jeremías Gamboa y el estigma de no "parecer peruano": "El principio del mundo", una novela monumental sobre raíces, racismo y reconciliación

Arequipa, Perú, 7 de noviembre de 2025 – En un país donde el mayor cumplido que se le puede hacer a alguien es decir que "no pareces peruano", el escritor limeño Jeremías Gamboa ha dedicado casi mil páginas a desentrañar el veneno sutil del racismo que impregna la sociedad peruana. Su última novela, El principio del mundo, presentada este fin de semana en el Hay Festival de Arequipa, no es solo un regreso literario tras 12 años de silencio: es un tratado adolorido sobre la memoria, el desclasamiento social y la imposibilidad de huir de los huesos que nos definen. Escrita durante una década, la obra –editada por Alfaguara– ha sido calificada por críticos como una "brutal radiografía del siglo XX peruano" y un "tributo conmovedor a la figura materna".

Gamboa, de 45 años, saltó a la fama en 2013 con Contarlo todo y otras historias, una colección de relatos que exploraba la juventud limeña con crudeza y humor negro. Pero El principio del mundo marca un giro ambicioso hacia la autoficción épica. Bajo el alter ego de Manuel Flores, el narrador regresa a Perú tras completar una maestría en Boulder, Colorado. Lo que comienza como un periplo personal se expande en una novela río que abarca desde 1941 hasta 2007, tejiendo la historia de una familia migrante de la sierra a los suburbios pobres de Lima. "Nadie puede escapar de su historia por mucho que lo intente", reflexiona el protagonista, enfrentado al barrio que abandonó en busca de un "blanqueamiento" impulsado por el deseo materno de "ser alguien".

La madre, Candelaria –inspirada en la progenitora real del autor–, es el eje emocional de la novela. Analfabeta, llegada de la sierra para trabajar como doméstica en la capital, encarna el trauma colectivo de la migración interna peruana. En una de las confesiones más crudas, le dice a su hijo: "Es mío y no se va a ir porque apesta de otro modo. Apesta por dentro. No se trata de la piel. Son mis huesos que apestan". Gamboa, en diálogo con BBC Mundo durante el Hay Festival –que se celebra del 6 al 9 de noviembre en esta ciudad sureña–, explica que esta figura no es un mero retrato filial, sino un homenaje a las mujeres que cargaron con el peso del mestizaje forzado. "Mi madre me decía: 'No digas nada sobre nuestro origen, sé alguien, edúcate'", confiesa el autor, evocando cómo el racismo permea incluso los consejos más amorosos.

El festival, que congrega a figuras como el colombiano Juan Gabriel Vásquez –con quien Gamboa conversó el viernes sobre "identidad, mestizaje y contradicciones peruanas"–, ha sido el escenario perfecto para esta obra. En el Teatro Municipal, el escritor limeño compartió anécdotas de su proceso creativo: un cuento inicial que "se expandió hasta convertirse en una novela descomunal", como describe en una entrevista con el columnista Alberto de Belaunde. Gamboa también recomendó novelas monumentales que lo inspiraron, como Los pasos perdidos de Alejo Carpentier o Cien años de soledad de García Márquez, en una lista publicada por Librotea que resalta su gusto por "mundos propios" que devoran al lector.

El racismo como "olor que no se quita": un mal endémico en la literatura peruana

El principio del mundo no inventa el tema del racismo; lo hereda de una tradición literaria peruana marcada por el indigenismo y sus contradicciones. Desde los años 20, autores como José Carlos Mariátegui criticaron el "racismo científico" que dominaba la intelectualidad, pero incluso los indigenistas como Enrique López Albújar reproducían estereotipos, según análisis de la Casa de la Literatura Peruana. Gamboa actualiza esta herencia: su novela muestra cómo el prejuicio no discrimina clases –"impregna todos los estratos", como señala el texto original de BBC–, desde la escuela pública hasta la universidad de élite, donde "lo peor que podía ocurrirle a cualquiera era ser indudablemente peruano".

En el contexto peruano contemporáneo, el racismo es un "olor" estructural, como lo metaforiza Gonzalo Portocarrero en sus estudios sociológicos: un residuo de la colonia que se manifiesta en el transporte público, los medios y la política. La novela de Gamboa ilustra esto con escenas de bullying escolar y aspiraciones clasistas, donde el protagonista intenta "borrar" su acento serrano y su tez morena. "Es un retrato crítico del Perú que duele, pero que invita a la reconciliación", opina Luis Eduardo García en su reseña de Facebook, alabando la "magnífica" construcción de personajes.

Críticos como Alberto Olmos, en El Confidencial, destacan el equilibrio entre inspiración y rigor: "Para ser alguien escribí una novela de mil páginas". En X (antes Twitter), lectores como Manuel Espejo la llaman "la novela total, una maravilla", mientras que @alb_olmos la recomienda como un placer inmersivo. Sin embargo, no faltan voces que cuestionan su densidad: algunos la ven como "torrencial y abrumadora", ideal para quienes buscan una lectura que "te pone a prueba".

Un regreso que reconcilia: del exilio interno a la catarsis

El núcleo de la obra es la pregunta que resuena desde el título: ¿cómo regresar a un país del que se ha huido? Manuel Flores, como Gamboa, confronta el espejo que la sociedad le devuelve: un rostro "indudablemente peruano" que avergüenza. Su paso por Boulder representa el sueño americano como escape ilusorio, solo para chocar con la realidad limeña. Al final –sin spoilers–, logra reconciliarse no solo con Candelaria, sino con sus "huesos que apestan", un acto de redención que Gamboa vincula a la educación como herramienta de empoderamiento.

En una entrevista con Casa de América, el autor revela que la novela nació de una crisis personal: "Un viaje a las luces y sombras de la memoria". Publicada en junio de 2025, ya ha sido traducida al inglés como The Beginning of the World por Penguin Random House, consolidando a Gamboa como una voz clave de la literatura latinoamericana posmoderna.

Mientras el Hay Festival cierra sus puertas este domingo –con un diálogo entre Gamboa, la fotógrafa Daniel Mordzinski e Irene Vallejo–, El principio del mundo deja una invitación: en un Perú dividido por el color de la piel y el origen, la verdadera identidad no se blanquea, se abraza. Como dice el autor: "Apesta por dentro, pero es nuestro". Para Gamboa, esa es la semilla de un nuevo principio.

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