Una vida aparte: Comprendiendo las tradiciones menonitas - MAYA TV
Mantenganse informado de las noticias de negocios internacionales. Contacto

Noticias:

Entradas

Una vida aparte: Comprendiendo las tradiciones menonitas

 





Argentina guarda muchos secretos. A lo largo y ancho de su vasto territorio, comunidades culturales y religiosas viven apartadas del mundo moderno. Son los menonitas. Estos grupos rechazan la tecnología y el ritmo de vida acelerado de hoy. Viven según una interpretación estricta de la Biblia. Esta entrada de blog explora su mundo oculto, desde las colonias más tradicionales hasta aquellas que poco a poco aceptan el cambio. Veremos cómo intentan mantener vivas sus creencias en un mundo en constante transformación.

Una vida aparte: Comprendiendo las tradiciones menonitas

Los menonitas forman parte de la iglesia protestante libre más antigua. Su historia comenzó en Alemania a principios del siglo XVI. Sufrieron muchas dificultades y emigraron con frecuencia en busca de paz. Hoy en día, más de dos millones de menonitas viven en cuatro continentes. La mayoría se ha adaptado a las costumbres modernas. Sin embargo, en Argentina, muchos fieles conservan tradiciones muy antiguas.

Estas comunidades se caracterizan por su profunda fe y su fuerte aversión a la tecnología. Viven una vida centrada en la religión y el trabajo manual. Muchos se basan en enseñanzas fundamentales para comprender el mundo y no suelen seguir las concepciones científicas. Por ejemplo, algunos no creen en los dinosaurios e incluso algunos cuestionan la forma esférica de la Tierra.

La vida en estas colonias implica escaso contacto con el mundo exterior. Se habla un dialecto alemán llamado plautdietsch o bajo alemán. La vida cotidiana es sencilla. No hay coches, radios ni teléfonos móviles. Infringir estas normas puede acarrear graves problemas. Una persona incluso podría verse obligada a abandonar su comunidad y a su familia.

La lucha por la tradición en la Pampa de los Guanacos

Nuestro viaje al mundo menonita comienza en el norte de Argentina. Esta zona se encuentra a unos 100 kilómetros de Buenos Aires. Allí, hace veinte años, se estableció una colonia muy estricta en Pampa de los Guanacos. Más de 170 familias viven en la zona.

Boris, un conductor local, sirve de nexo entre esta colonia y el mundo exterior. Lleva unos ocho años trabajando para los menonitas. Los conoce bien, aunque bromea diciendo que todos se parecen, con ojos azules y pelo rubio.

El Domingo de Pascua, los menonitas van a la iglesia. No pudimos entrar en este lugar sagrado. Después del servicio, las familias regresan a casa. Viajan en carruajes tirados por caballos, una estampa impresionante.

La vida en un hogar tradicional

Boris nos llevó a casa de Don Abraham. Don Abraham tiene 67 años. Era la primera vez que alojaba a gente de fuera de la colonia. Nos quedamos en su casa, sin agua corriente ni electricidad.

Don Abraham explica su estilo de vida. Dice que no se parece al de los demás. Vive en el campo, sin tecnología. Reconoce que es muy difícil. Su familia muestra curiosidad por nuestras cámaras. Sin embargo, para los menonitas, el contacto visual directo es una falta de respeto. Nuestras cámaras les provocaron una incomodidad similar.

Don Abraham y su esposa, Susana, tienen nueve hijos y veintinueve nietos. Para el almuerzo de Pascua, se reúne toda la familia. Susana y las demás mujeres empiezan a cocinar al amanecer. Solo hablan plautdietsch. Un intérprete nos ayuda a entender.

Los roles de la mujer están claros:

  • Cocinando
  • Lavado
  • Limpiando la casa
  • Criando hijos

Las mujeres suelen quedarse en la colonia, lo que dificulta su aprendizaje del español. Los hombres, que a menudo tratan con personas de fuera por motivos laborales, aprenden español con mayor facilidad.

Una comida familiar silenciosa

Recibimos un permiso especial para filmar la comida familiar. Antes de comer, todos rezan. Luego, comen en completo silencio. Es una tradición común. Los hombres se sientan a un lado de la mesa y las mujeres al otro. Don Abraham dirige la comida. Se colocan en la mesa platos dulces y salados al mismo tiempo. Cada quien se sirve a su gusto.

Después de comer, los hombres se retiran. Las mujeres organizan a los niños por edad y sexo para su comida. Utilizan los mismos platos y cubiertos. El menú es el mismo para todos.

Reglas estrictas para niños y adolescentes

Los niños de esta colonia crecen con normas muy estrictas. La tecnología está prohibida. No hay columpios ni toboganes en sus patios. Mientras los adultos conversan después de las comidas, los niños juegan afuera.

El edificio escolar es sencillo. No tiene adornos. No pudimos entrar, pero oímos a los niños cantar canciones religiosas juntos. Aprendimos poco sobre su sistema educativo. Los chicos suelen ir a la escuela hasta los 13 años y las chicas hasta los 12.

Los adolescentes se reúnen los domingos para jugar. Pero incluso estas reuniones tienen reglas. Los chicos y las chicas no pueden tocarse. Además, hay toque de queda a las 5 de la tarde.

Al ser consultados sobre estas normas estrictas, los adultos compartieron sus preocupaciones. Temen que los jóvenes deseen costumbres más modernas. Les resulta difícil que los jóvenes comprendan por qué las cosas son como son. Si se sorprende a un joven bebiendo alcohol o escuchando música, está prohibido. Los padres tomarán medidas. A pesar de las normas, algunos adolescentes aún encuentran maneras de ocultar las actividades prohibidas.

Modernidad oculta y música prohibida

Con el tiempo, los adolescentes se acostumbraron a nuestra presencia. Pronto empezaron a romper algunas reglas. Los vimos con un altavoz prohibido, escuchando música. No entendían las letras en inglés. En muchos sentidos, son como cualquier otro adolescente. Su principal preocupación a esta edad suelen ser los primeros amores.

El matrimonio es una parte muy importante de la vida menonita. La Biblia les dice que deben tener muchos hijos para ayudar al crecimiento de la colonia.

Trabajo, gobernanza y tecnología: un delicado equilibrio

Guillermo, el gobernador de la colonia, nos invitó a su casa. Su esposa confecciona toda la ropa de la familia. Notamos un parche blanco en la ropa de todos los hombres. Este parche es un símbolo de paz. Los menonitas rechazan toda forma de violencia. No usan armas ni matan.

Sin policía, solo un gobernador

La colonia no tiene policía ni cárceles. En su lugar, cada cinco años se elige a un gobernador como Guillermo. Él se asegura de que la colonia cumpla las normas. Es como un alcalde, manteniendo todo en orden. Sin estas normas, cree que las cosas se descontrolarían.

Guillermo es agricultor, como la mayoría de los hombres de la colonia. La colonia cultiva 8.000 hectáreas de tierra. Esto sería imposible sin un tractor.

¿Por qué tractores pero no coches?

El uso de tractores plantea interrogantes sobre tecnología. ¿Por qué se permiten los tractores pero no los coches? ¿Y por qué sus tractores tienen ruedas de metal?

Guillermo explica que las ruedas de goma no están permitidas en los tractores. Dice: «El tractor es una herramienta de trabajo. Es para el campo, no para circular por la carretera». Los tractores con motor deben tener ruedas metálicas. Las ruedas de goma son solo para carruajes tirados por caballos.

Guillermo y sus hijos fabrican carruajes para toda la comunidad. Lo hacen todo ellos mismos, incluso las ruedas. Los carruajes tirados por caballos pueden tener ruedas de goma porque no tienen motor. Esto demuestra un delicado equilibrio: algunas herramientas modernas son aceptables si cumplen una función laboral específica y no fomentan un estilo de vida al aire libre.

La vida fuera de la colonia: El precio de la modernidad

No todos están de acuerdo con las reglas de la colonia. Algunos optan por marcharse. Boris nos presentó a David, un antiguo miembro. David abandonó la colonia hace cuatro años.

El nuevo hogar de David es muy diferente. Tiene muchos signos de la vida moderna. Él dice: «No lo permiten porque dicen que es un aparato satánico, que está mal. Pero yo sé que no es así. Sé que se puede usar para cosas malas, pero también para cosas normales». Cree que la colonia no tiene buenas razones para muchas de sus prohibiciones.

Una de las primeras cosas que compró David fue una radio. Quería escuchar las noticias y música. Dice que cuando se fue y escuchó todas las noticias, fue un shock tremendo. No podía creer lo que estaba pasando en el mundo. Fue un cambio drástico.

El dolor de la separación

David no infringió las normas ni fue expulsado. Decidió marcharse. Vio cómo crecían sus hijos y sintió que no podía quedarse. Cree que las colonias tradicionales no tienen futuro porque carecen de educación y no pueden progresar.

Para David, no hay vuelta atrás. La mayoría de la gente de su antigua colonia ahora lo evita. Ni siquiera lo saludan. Perdió todo contacto con sus parientes, hermanos y hermanas. «Todos», dice, «nadie quiere verme». Aunque dejó la colonia y sus creencias, sigue siendo hijo de su madre. Extraña profundamente a su familia.

David quería darles a sus hijos la libertad que él nunca tuvo. Pero esta decisión tuvo un precio muy alto: perdió el vínculo con sus seres queridos.

Un camino diferente: los menonitas modernos en Metán

A unas cinco horas de distancia, en Metán, otra comunidad menonita vive de manera diferente. Este grupo ha adoptado algunas ideas y libertades modernas.

Estos menonitas viven en pueblos junto a otros argentinos. Tienen permiso para tener y conducir coches. Algunos incluso hablan inglés con fluidez. Tito, el secretario de la colonia, explica sus razones. Dice que los coches les ayudan a interactuar con la comunidad en general y a viajar. Su objetivo es conectar con la gente de Metán y de Argentina.

Tecnología para la obra de Dios

Tito trabaja en la oficina principal de la colonia. En este edificio también se encuentran la iglesia, la escuela y una imprenta. Utilizan computadoras y escáneres. Tito cree que estas máquinas modernas sirven a Dios. Imprimen folletos para difundir su fe y hacer crecer la colonia.

Explica que sus antepasados ​​no tuvieron que lidiar con internet. Pero cree que cada generación e iglesia puede decidir qué está permitido basándose en la Biblia. Para Tito, internet también puede servir a Dios. Usa un filtro en su computadora para bloquear las redes sociales y otros sitios. Esto le ayuda a evitar la tentación y a tomar decisiones con prudencia.

Tito ha aprendido mucho en internet, sobre todo de geografía y astronomía. Le fascinan estos temas. Sabe que algunos de sus amigos en las colonias más tradicionales creen que la Tierra es plana. No saben nada del sistema solar ni de las estrellas.

Tito también investigó la historia menonita. Descubrió que la comunidad se originó en el siglo XVI y recibió su nombre en honor a un sacerdote alemán, Menno Simons. Surgió de una forma radical de protestantismo, centrada en la comunidad y la no violencia. Muchos de sus antepasados ​​provenían de los Países Bajos y Ucrania, luego se trasladaron a Canadá y, posteriormente, a Sudamérica (Brasil, Paraguay y Argentina).

El papel de la mujer se amplía en Metán.

Junto a la imprenta hay una tienda cooperativa, gestionada por mujeres de la colonia. Aquí, las mujeres no solo se dedican a las labores domésticas, sino que desempeñan un papel fundamental en la economía de la comunidad. Algunas trabajan en una tienda menonita en el centro del pueblo, junto a otros comercios argentinos. Trabajan largas jornadas, a menudo desde las 7:30 de la mañana hasta las 10 de la noche, pero toman una siesta para descansar durante el día.

Marta, la hermana de Tito, vive a pocas cuadras de la tienda. Antes enseñaba inglés en la colonia y aún da clases a niños. Vive con su hermano y decidió no casarse. Espera a la persona indicada. Cree que la voluntad de Dios es importante en el matrimonio. No todos tienen que casarse; algunos pueden permanecer solteros. Marta está contenta con su decisión.

Giros inesperados: Excomunión y nueva esperanza

Planeábamos grabar un servicio religioso con Titus. Esperamos dos horas, pero nunca llegó. No contestaba el teléfono. Entonces, recibimos una llamada inesperada de Larry Weber, un pastor de la misión menonita. Nos dijo que no podíamos grabar el servicio. Explicó que Titus ya no era miembro de la comunidad. Había sido excomulgado unos meses antes por «errores graves». Larry nos sugirió que no hiciéramos demasiadas preguntas, diciendo que se sentía como una «intrusión».

La excomunión es el peor castigo para un menonita. Nos preguntábamos si Tito nos había engañado sobre su papel. No pudimos contactarlo. Sin embargo, su hermana Marta contestó el teléfono. Dijo que no sabía todos los detalles de lo sucedido con Tito, pero que consideraba inútil saber todo lo que había hecho.

Un nuevo comienzo para una familia

Al día siguiente, Marta cumplió su promesa de presentarnos a algunos recién llegados. Sara, su esposo Abraham y sus cinco hijos se habían mudado a las afueras de Metán hacía menos de un mes. Sara solo hablaba plautdietsch, así que Marta nos hizo de intérprete.

Abraham contó por qué dejaron su antigua colonia, Nueva Esperanza. Sus amigos en la colonia descubrieron que tenía un celular. Como castigo, sus hijos fueron expulsados ​​de la escuela y él perdió su trabajo. No soportaba estar aislado de su comunidad. Así que la familia se mudó a Metán. Abraham confesó que había pensado en quitarse la vida varias veces. Pero ahora está feliz de estar vivo.

La Antigua Colonia Revisitada: Nueva Esperanza

Sara nos dio la dirección de su hermana Eva y su cuñado, que seguían en Nueva Esperanza. Esta colonia, fundada en 1986, es una de las más grandes y conservadoras de Argentina, con unos 2.700 habitantes. Está a 13 kilómetros de distancia.

Como otras colonias, Nueva Esperanza no tiene números en las calles. La gente se conoce por su nombre y la profesión del padre. Eva y su familia nos recibieron con los brazos abiertos. No parecieron sorprendidos por nuestra visita.

Incluso después de que a Abraham y Sara les cortaran el servicio por tener un celular, Eva y su esposo conservan uno en secreto. Es su vínculo con Sara y Abraham. No temen ser descubiertos. Si los descubren, dicen que simplemente lo reemplazarán. Esto demuestra lo difícil que es hacer negocios sin un teléfono.

Turismo menonita: ¿Una contradicción?

Para comprender mejor este tema, aprendimos sobre el turismo menonita. Analía, una guía turística, lleva a unos 30 turistas a la colonia cada semana. El precio es de unos 60 euros por persona para una excursión de un día. Explica que los menonitas trabajan largas jornadas, de unas 11 horas.

Nos pareció extraño que una comunidad tan estricta estuviera abierta al turismo. Pero pronto descubrimos que está muy bien organizada. Los turistas se toman selfies con los niños y los intercambian por dulces. Analía es un lugar muy conocido aquí. Allí se muestran imágenes de la vida cotidiana menonita y se venden diversos productos, desde rollos de canela hasta alfombras hechas a mano.

La visita incluye la iglesia, un lugar que nunca nos permitieron filmar. Los turistas pueden mirar por las ventanas. Dentro, los niños se sientan a un lado y las niñas al otro. Los bancos no tienen respaldo. Analía supo por una maestra que es para que no se duerman.

Como el pueblo más cercano está a una hora y media, Analía ayudó a los menonitas a abrir un restaurante para turistas. Está en el centro de la colonia. Parece un restaurante cualquiera. Sirven asado, un plato típico argentino. El restaurante también atiende a los lugareños los fines de semana. Isaac, el dueño, no quiso decir cuánto gana con cada cliente.

Este turismo crea una contradicción. Se dice que los menonitas viven anclados en el pasado, sin tecnología. Sin embargo, cuentan con medios de subsistencia y recursos para el turismo.

El recorrido finaliza en la cooperativa de la colonia, que funciona como un supermercado. Los clientes pueden comprar productos locales y marcas comerciales. También venden ropa tradicional.

Un acto de fe: El sueño de Abraham

El ambiente turístico de Nueva Esperanza contrasta notablemente con el de otras partes de Argentina. Esta comunidad, antes aislada, se está volviendo más abierta, y algunos de sus habitantes sienten gran curiosidad por el mundo exterior.

Abraham, un menonita de 20 años, siempre había tenido un sueño: volar. Mario, piloto de ultraligeros de un pueblo cercano, lo esperaba en la entrada de la colonia. La noticia del vuelo se extendió y un grupo de chicos se reunió, algunos con aire de envidia.

Abraham tuvo que pedir permiso a su padre, un antiguo gobernador. Era el primer vuelo de Abraham. Se sentía tranquilo y feliz. Dijo que era su sueño. Le encantó. No sentía miedo, mirando a sus hermanos desde arriba como si fueran muñecos, volando como un pájaro.

El futuro del estilo de vida menonita

Las tradiciones menonitas se enfrentan al desafío del mundo moderno. ¿Habrá espacio para el cambio en estas comunidades argentinas? Esta es una pregunta que cada nueva generación debe responderse a sí misma.

Publicar un comentario