A unos días de las elecciones generales del 17 de agosto, en las calles de La Paz se ven pocos carteles con los nombres de los candidatos y solo algunas personas acompañan las caminatas de campaña en Bolivia.
La mirada de los bolivianos parece estar puesta en la economía. La escasez de combustibles, la pérdida de valor de su moneda en el mercado paralelo de divisas y una inflación interanual del 25% integran la larga lista de preocupaciones.
De acuerdo a las encuestas, ninguno de los ocho candidatos que pelean por la presidencia supera el 22% en intención de voto, según proyecta el último sondeo del medio Unitel realizado por la empresa Ipsos-Ciesmori.
El empresario liberal Samuel Doria Medina lidera el sondeo con un 21%, seguido del expresidente conservador Jorge "Tuto" Quiroga (2001-2002), que cuenta con un 20% en intención de voto. El resto de las opciones aparecen con menos del 10%.
El único candidato de izquierda con posibilidades de rozar una segunda vuelta, Andrónico Rodríguez, aparece relegado al quinto lugar en las encuestas con un 5,5%. Mientras que el expresidente Evo Morales (2006-2019) hace campaña por el voto nulo.
De confirmarse esta tendencia, las elecciones marcarían un quiebre en la dinámica política de los últimos 20 años en el país, en las que el partido ganador aseguraba su victoria con una amplia mayoría en primera vuelta.
Para la consultora Luciana Jáuregui, el país atraviesa una crisis de representación que la vemos en opciones electorales que compiten con "siglas vacías, sin estructura territorial y sin propuestas programáticas sólidas".
De acuerdo a los analistas, consultores y encuestadoras, el resultado de la elección no lo conoceremos este domingo. Esta podría ser la primera vez que Bolivia defina la votación en segunda vuelta.
En los últimos 20 años, el Movimiento al Socialismo (MAS) se afianzó como partido predominante con resultados por encima del 50% en primera ronda, con la excepción del problemático y cuestionado proceso electoral de 2019.
En aquel año, el escenario de balotaje parecía un hecho. Los primeros datos del sistema de transmisión de resultados preliminares mostraron, con el 83% de las actas computadas, una distancia de menos de 10 puntos entre Evo Morales y el segundo candidato más votado, Carlos Mesa.
Sin embargo, aquella noche la publicación de los resultados se detuvo y cuando la transmisión se reanudó, el Tribunal Supremo Electoral informó que la brecha de Morales con Mesa era de 10,56%, medio punto sobre la distancia del 10% que le permitía evitar la segunda vuelta.
Esta situación terminó con la explosión de protestas en las calles, la denuncia de "fraude escandaloso" por parte de Mesa y la posterior renuncia y salida del país de Evo Morales.