La vida en el estado de Oaxaca marcó a Ariadna Sánchez Hernández. En esa región del sur de México dejó a sus padres cuando emigró a Estados Unidos, ahí están sus raíces. En ese territorio conoció también la discriminación. A pesar de haber vivido esa experiencia agridulce, Ariadna no se amilanó y ahora a través de su trabajo literario eleva la cultura de su tierra.
Sentada junto a una mesa de metal y bajo una sombrilla, en el patio de su vivienda en el Valle de San Fernando, esta joven inmigrante oaxaqueña de delgada figura y color de piel canela cuenta que ha esquivado los estereotipos, y se ha armado de valor para emerger como una voz de su comunidad utilizando su creatividad para contar historias. En 2022 publicó su poemario Visitas inesperadas y ahora llega con el libro infantil titulado La jugada del día.
La jugada del día, a presentarse oficialmente el 26 y 27 de abril en el Festival de Libros de Los Angeles Times, es un homenaje póstumo a su padre, Juan Manuel Sánchez Sánchez, quien se destacó como beisbolista profesional y que al fallecer súbitamente el 8 de junio de 2024 utilizó la escritura como catarsis, dando origen a esta historia bellamente ilustrada por Trinidad Olarte y publicada por Alegría Publishing.
“Me volqué en la escritura, lo vi como un refugio”, confesó la autora de 43 años que viste un huipil o blusa importada de San Juan Cotzocón, una región de la sierra de Oaxaca. El texto nace del dolor, pero con mucho amor. Inicialmente tenía la intención de escribir para liberarse nada más, ya que aunque el día estuviera soleado, en su interior era gris. “La jugada del día nace de esa revolcada que la vida me dio”, añadió.
Este libro no solo le rinde homenaje a su padre, también le sirve a Ariadna para poner en alto su identidad oaxaqueña. En cada página de la obra va relatando detalles de la vida de su progenitor, un hombre nacido en Ejutla de Crespo, y al mismo tiempo va mostrando paisajes, lugares, valores comunitarios, gastronomía y memorias que evocan ese terruño clavado en el alma.
En cada lugar en donde presenta sus libros, Ariadna viste ropa tradicional de Oaxaca. Es normal verla lucir un huipil, una enagua —o falda— y huaraches, como le llaman a las sandalias: tiene unas de pelo de borrego y otras de pelo de cabra. Para ella, utilizar esta indumentaria es un mensaje de resistencia, es una manera de mostrarle al mundo lo que es, sin necesidad de emplear un lenguaje verbal.
En el municipio de Ejutla de Crespo, ubicado a 40 millas al sur de Oaxaca de Juárez, capital del estado, esto es algo cotidiano. En el pasado, en esta localidad se hablaba el idioma zapoteco, pero a raíz de la discriminación que vivieron sus bisabuelos y bisabuelas, abandonaron la lengua materna para evitarle las burlas a sus descendientes.
“Fue como un escudo para no sufrir lo que otras generaciones sufrieron”, explicó.
A pesar del rechazo que sufrió esta comunidad debido al idioma, los habitantes mantuvieron sus tradiciones. Su abuela paterna, Carmela, utilizaba sus trenzas con listones negros, vestía falda y delantal, sin dejar sus huaraches. Algo que hasta el día de su muerte llevó con orgullo y que Ariadna aprendió con su ejemplo.
Ariadna es la mayor de cinco hijos. Su familia, tanto por el lado de su padre como de su madre, vivía de la carnicería. Era un oficio que todos en su hogar aprendieron. Es decir, destazaban cerdos y luego vendían la carne en el mercado municipal. Este trabajo sirvió para cubrir las necesidades básicas de los integrantes de la familia.
La primera experiencia fuera de su comunidad fue cuando ingresó a la universidad, en la capital del estado. Sus compañeros eran de tez más clara, eran hijos de empresarios o profesionales. Ella viajaba a diario, utilizaba taxi y autobús, hasta llegar a la Universidad del Golfo de México, en donde estudiaba la licenciatura en Turismo.
Desde un principio le resultó difícil encajar con sus compañeros. A la hora del almuerzo, mientras sus amigos compraban suculentas comidas, ella sacaba sus centavos para comprar una torta y un refresco. El resto del presupuesto era exacto para cubrir el transporte de regreso a casa.
“Había compañeros que te decían derecho: ‘Ah eres de Ejutla, vienes del pueblo’. Dándome a entender que yo no pertenecía ahí porque no era citadina”, confesó sobre esa experiencia que la hizo sentirse discriminada. “Mis compañeros no eran personas que iban al día, mi familia tenía que vender su marrano en el mercado para poder sacar los gastos”.
Ariadna se graduó en mayo de 2024 de la licenciatura en Español en la Universidad Estatal de California en Northridge (CSUN), ahí mismo cursa en la actualidad el primer año de la maestría en Español. Su objetivo es convertirse en profesora universitaria enseñando el idioma de Miguel de Cervantes.
Ella recuerda que desde que cursaba la secundaria en su tierra natal llevaba un diario, en el que escribía pensamientos y reflexiones en diferentes libretas. En su mente nunca se le cruzó la idea de publicar un libro. Al llegar la pandemia, tomó un curso en línea de escritura creativa a mediados de 2020. Así fue como incursionó en la poesía y en 2022 publicó su obra Visitas inesperadas.
En sus palabras, todo ha surgido de forma espontánea. Al regresar del entierro de su padre, quien falleció de un paro cardíaco, no sabía cómo lidiar con el dolor. Sufrió ataques de ansiedad y no podía conciliar el sueño. En su mente se mezclaban las memorias de su padre y la imagen del féretro con los 4 cirios en la casita donde nació y creció su progenitor.
En su afán de aminorar ese sufrimiento, ella comenzó a escribir y en las primeras líneas aparecía el nombre de su padre. Juan Manuel Sánchez Sánchez jugó béisbol con los equipos Tigres de México y Alacranes de Durango entre 1978 y 1983. En su natal Ejutla era conocido por sus jonrones. Su talento natural brilló en los campos deportivos de la región.
“La carrera deportiva de Juan Manuel no solo es un testimonio de su extraordinario talento, sino también una fuente de inspiración para las nuevas generaciones de jugadores”, se lee en el libro La jugada del día.