Durante más de tres décadas, Irán construyó una red de grupos aliados para librar sus batallas lejos de sus fronteras, manteniendo a raya a sus enemigos mientras el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, consolidaba su poder. Los ataques directos contra Irán eran impensables.
Esa imagen de invencibilidad se desmoronó en cuestión de horas el 13 de junio, cuando Israel lanzó un ataque sorpresivo y sin precedentes en el corazón de Irán, quebrando la sensación de seguridad de Teherán y desmantelando su cuidadosamente construida aura de fuerza.
Los ataques eliminaron a altos mandos militares y a algunos de los científicos nucleares más prominentes de Irán, incluidos varios que dormían en casa con sus familias. El saldo humano fue considerable: 627 personas murieron, entre ellas al menos 49 mujeres y 13 niños, según Hossein Kermanpour, director del centro de información del Ministerio de Salud. Estados Unidos se unió a la ofensiva de Israel el domingo, atacando tres sitios nucleares antes de declarar un cese del fuego entre Israel e Irán al día siguiente.
Muchos en Irán y en el extranjero temen ahora que el liderazgo del país —herido en su orgullo y sus defensas— endurezca su control interno y adopte una postura mucho más agresiva tanto en política interna como exterior.
Israel y EE.UU. habían planteado el cambio de régimen como posible resultado de sus ataques a Irán, con la esperanza de que dieran lugar a un Estado más afín a sus intereses. El fracaso en lograr ese objetivo ha llevado al régimen iraní a proclamarse vencedor.
El liderazgo iraní ha demostrado resiliencia, reemplazando a los funcionarios caídos y llevando a cabo una dura represión contra quienes considera cómplices del ataque israelí.
También hay indicios de que el régimen se muestra mucho más paranoico y probablemente gobernará con mano más dura por temor a posibles colaboraciones con sus enemigos.
“Un régimen herido”
Tras tres años de un gobierno conservador liderado por Ebrahim Raisi, Irán eligió el año pasado al reformista Masoud Pezeshkian, quien hizo campaña a favor del diálogo con los adversarios de Irán y presentó esa vía como un medio para abordar los problemas internos del país.
Para muchos iraníes, era visto como la última esperanza para lograr un acuerdo nuclear con Occidente y reincorporar a Irán a la comunidad internacional.
Durante el conflicto de 12 días, Irán respondió repetidamente a los ataques de Israel, causando daños considerables en ciudades importantes como Tel Aviv y dejando 28 muertos. Su capacidad de represalia bajo fuego fue reconocida dentro del país, incluso por quienes